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lunes, 1 de febrero de 2016

El poder de la autorregulación.

La naturaleza de nuestro cuerpo es sabio desde el nacimiento y por eso debemos confiar en él. Como cuando alrededor del año de vida comenzamos a tener micro despertares como respuesta innata del ser humano a estar en alerta constante. De igual modo ocurre con el poder de la autorregulación de nuestros hijos a la hora de comer.


Ellos saben cuándo, cuánto, qué y cómo. Cuándo tienen hambre, cuanta cantidad necesitan para saciarse, qué alimento necesita su organismo en ese momento y cómo alimentarse por instinto propio, por observación y por imitación. Por esa razón jamás debemos obligar a comer bajo ninguna circunstancia.

Sabiendo todos estos hechos verídicos, os diré más. No es necesario que coman papillas o triturado. Cuando no existían las batidoras, entre otros artilugios, se ofrecían los alimentos a trozos desde un principio sin necesidad de tener dientes. Actualmente, gracias a la OMS (Organización mundial de la Salud) entre otras entidades, sabemos que hasta los seis meses de vida deben ser alimentados por Lactancia materna o biberón en exclusiva. A partir de ahí, recomiendan empezar a introducir alimentos sólidos como complemento de la leche materna o el biberón que seguirán siendo la fuente principal de alimento hasta los dos años.


Gracias a eminentes nutricionistas como Julio Basulto, sabemos que se deben cumplir una seria de requisitos para empezar a introducir la alimentación complementaria sólida:

- Haber cumplido los seis meses de lactancia materna o artificial en exclusiva.
- Que el bebé tenga la capacidad de mantenerse sentado por sí mismo.
- Que muestren interés por la comida.
- Deben haber perdido el reflejo de extrusión.

Aunque en España vayamos un paso por detrás, en países como Inglaterra el novedoso sistema BLW (Baby Led Weaning) que se podría traducir como alimentación complementaria autorregulada, ya es bastante conocido y practicado por muchos papás y mamás que disfrutan de todos los beneficios que este método nos brinda al convertirse la hora de comer en un placer y no en una pesadilla.


Nuestros hijos se ensuciaran de igual modo e incluso más al comer ellos mismos, por eso debemos dejar de lado el estrés superficial que nos impulsa a querer verlo todo limpio y dejarnos llevar por el respeto y la confianza que les brindamos a nuestros pequeños y que ellos nos agradecerán enormemente viendo los resultados al poco tiempo y a la larga.

Se realice o no este sistema, recomiendo informarse sobre las maniobras de socorro ante ahogamientos o atragantamientos porque la mayoría de bebés pasan por una fase oral en la que todo objeto o alimento acaba en la boca, por eso siempre deben estar en la supervisión constante de un adulto.

Confiemos en la sabia naturaleza, en nuestra capacidad humana proveniente de los mamíferos y por consiguiente, en la autorregulación de nuestros hijos. ¡Practiquemos BLW!


Esto y mucho más lo encontrareis en mi libro "Otro mundo es posible mediante la crianza con apego" que podeis adquirirlo en la fan page.

Sara Ribot.

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