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domingo, 1 de enero de 2017

Cuando nuestro hijo es pegado o mordido


La semana pasada escribí un post sobre cómo afrontar que nuestro hijo pegue o muerda y esta vez abordaré el ámbito contrario... que nuestro hijo sea pegado o mordido.

En calidad de madre diré que me convierto en una loba siempre que mi hija está "en peligro", por lo que es totalmente normal que nuestro instinto nos empuje a protegerles cuando son "atacados". Pero debemos serenarnos y pensar en cómo podemos solventar esta situación junto con los maestros, niños u otros padres de manera pacífica. Pues si actuamos del mismo modo que ellos -reprimiéndolos con un cachete, por ejemplo- estaríamos cayendo en una grave contradicción... Estaríamos tratando de enseñar a través de la violencia que no deben ejercer dicha violencia, y esto no tiene sentido, además de que perderíamos toda credibilidad.

También nos podemos encontrar en la situación de que nuestro hijo vaya a la guardería / colegio y, al ver y sufrir en primera persona tales acciones de otros niños acaben imitando ese comportamiento. En ese caso, de lo primero que debemos cerciorarnos es que la guardería o escuela donde llevemos a nuestros hijos sea respetuosa. ¿Qué indicadores son los que deberemos tener en cuenta?

- Que las/los educadoras/es no impartan el castigo en sus aulas.
- Que el ratio de alumnos por aula sea adecuado.
- Que solventen las situaciones del mismo modo que lo haríamos nosotros en casa.


Os recomiendo, por tanto, escuelas libres afines a nuestra filosofía de vida donde prime el respeto a los ritmos de los niños. Una educación viva.

Aún así, hemos de ser conscientes de lo difícil que es criar a un hijo y empatizar con los maestros que deben cuidar de varios niños a la vez. No siempre podrán con todo y por eso, el mayor esfuerzo educativo debe recaer en la familia, porque precisamente nosotros somos sus mentores, sus héroes. Pero ser más tolerantes no quiere decir que carezca de importancia el hecho de que la familia y la escuela deberían ir lo más ligados posible, Por eso en la educación viva prima la comunicación y las actividades con familias. Siempre que puedan incluir a los papás y las mamás, lo harán.

Espero haber ofrecido suficientes herramientas para saber encajar esta difícil etapa en la que nuestros hijos se comunican y revelan de una manera violenta y dañina.

Hemos de conseguir transformar sus arrebatos en emociones nombradas y atendidas.


Sara Ribot.
Asesora de Blw.
Escritora, blogger, youtuber, comunicadora.