Quiero dedicar este post a mi inspiración y a mi admiradora más leal: Mi hija, que cada día crece más deprisa... Ojalá se pudiera parar el tiempo o al menos ralentizar, me conformaría con lo último. Disfrutaríamos doblemente de cada aspecto y cada detalle de su aprendizaje.
Todo empezó así...
Un embarazo precioso, no había día en el que no le hablara, le cantara, la acariciara y le transmitiera todo mi amor incondicional. Sí... padecía de ardores, molestias al caminar, pies hinchados... pero no es ese el recuerdo que me queda, sino lo mucho que saboreaba cada instante que entraña este viaje, esta experiencia en la que ¡estás creando una vida dentro de ti! Maravilloso.
Ahí empecé a plantearme los valores que quería inculcarle. Unos valores que debían enseñarse desde el primer día para que en un futuro sepan lo que es realmente importante en la vida y no para triunfar, sino para vivir plenamente.
El amor, el respeto, el cariño, la sinceridad, la solidaridad, la voluntad, el esfuerzo, el perdón... son algunos de los muchos aspectos que quiero que vea y conozca de sus padres. No se trata de mantenerla en una burbuja porque ahí fuera ya conocerá los valores contrarios como la envidia, el rencor y la venganza, entre otros, muy a mi pesar. Pero cuando se encuentre cara a cara con ellos, me tranquilizará saber que los afrontará de la manera más pacífica y segura de sí misma sabiendo lo que es desechable y lo que no.
Y aquí vino el siguiente momento inolvidable:
Sintiéndola en mis brazos, contemplando la belleza y el poder de la naturaleza y ese instinto mamífero al agarrarse a mi pecho para alimentarse, me preguntaba: ¿Cómo puedo conseguir que mi hija aprenda estos valores?
Ellos aprenden por imitación cuando son bebés. Si cuando mi marido y yo interactuamos nos gritamos, aprenderá a conseguir las cosas con chillidos pero si nos comunicamos con respeto y amor, sabrá que se puede llegar a un entendimiento hablando y siendo amable. Cuando mi marido y yo nos besamos al saludarnos o despedirnos, nuestra hija nos mira con devoción y seguidamente nos dedica la sonrisa más dulce que hemos presenciado nunca. Nosotros nos quedamos con eso, con que vea que el amor lo mueve todo, desde el corazón más desdichado hasta el corazón más agrietado.
Para ello, somos conscientes de que se requiere una dosis muy alta de paciencia para no perder los estribos cuando nos pongan al límite ya que ellos tienen un potencial de energía mucho mayor al nuestro. Por eso es tan importante tener apoyo a la hora de criar, sea del marido, de los abuelos o de unos cuidadores. Los niños lo que necesitan es estar con sus padres pero con unos padres que sepan decir basta cuando no puedan más y tomarse su momento de descanso, desconexión o desahogo para volver a reconectar con nuestro ser más puro y seguir practicando e inculcando los buenos valores sin dar cachetadas, ni gritos, ni insultos, entre otros comportamientos inadecuados.
En la actualidad...
En la actualidad tengo los pies en la tierra. Lucho por una conciliación familiar y laboral digna siendo mamá emprendedora que trabaja desde casa. Lucho diariamente por no tenerme que separar de ella: mi otra mitad, mi tesoro más preciado. Lucho diariamente en dar a conocer la evidencia existente sobre los mejores valores a inculcar en nuestros hijos para una crianza respetuosa, consciente y con apego. Lucho diariamente en recordar que todo el amor, la cercanía, el contacto y el trato de igual a igual que necesitan y merecen de sus padres, es lo que nos hace falta para impulsarnos a coexistir en un mundo más sano, humanitario, solidario y digno. Por un mundo mejor. Y seguiré luchando con la fuerza y la energía que me transmite todos los días y en todo momento mi inspiración. Por mí, por nosotras las mamás, por ellos nuestros hijos y por una igualdad y una conciliación más que merecida... ¡Viva la madre que nos parió!
POR NOSOTRAS, LAS QUE SOMOS MADRES GUERRERAS TODO EL AÑO.
PORQUE #ConciliarEsVivir EL EQUIPO #MadresGuerreras lucharemos por una #ConciliAcción
Sara Ribot.
Escritora, bloguera y mamá.