Si queremos encontrar soluciones en esta sociedad resquebrajada y superficial debemos empezar por buscar la raíz del problema para que nuestros hijos puedan coexistir en un mundo mejor. Un mundo más humilde y honrado.
Uno de los temas que quiero abordar hoy es el acoso escolar. Si nos preguntamos por qué existe el acoso de cualquier índole, el acoso en sí mismo, personalmente me centro en el inicio de la vida. Cuando los bebés llegan al mundo no conocen la maldad, la ira o la discriminación -entre otros muchos términos- y nosotros, los adultos, al ser sus mentores, debemos cuidar de cada detalle porque ellos serán nuestro reflejo y se empaparan de todo lo que vean puesto que aprenden por imitación.
Los valores que les inculquemos les acompañarán el resto de su vida y partiendo de la base de que la mayoría de padres siguen estancados en la educación autoritaria que cuando no saben solucionar un conflicto o la situación les desborda acaban por dar un cachete o soltar un chillido... está claro que lo que aprenderán estos niños será a solucionar los imprevistos de manera violenta.
Muchas personas e incluso los propios padres tienden a ridiculizar a los niños en su presencia por propia diversión y convencidos, lo ven como una broma inofensiva. Pero ese no es el mensaje que les llega a nuestros hijos y lo único que consiguen con ello es bajarles la autoestima y anular la propia seguridad en sí mismos.
El chantaje está muy presente en la educación, desde las amenazas con quitarles algo de su propiedad que aprecian o dejar de realizar alguna actividad que les apasione hasta el "rincón de pensar" que utilizan muchos educadores en las escuelas, carente de sentido, ejemplo y aprendizaje bondadoso.
¿No os suenan todos estos actos a los acosos que reciben los niños a diario en las escuelas provenientes de sus propios educadores y compañeros? Ridiculizar, chantajear, amenazar, arrebatar... es lo que han estado viendo y sintiendo en primera persona de las personas que más aman en el mundo, sus padres.
Los bebés cuando llegan al mundo no conocen la superficialidad. Da igual el físico de las personas, si les tratamos con amor y devoción nos querrán de la misma manera. Les es indiferente el color de la piel, no conocen el racismo, las culturas, las religiones... Sólo necesitan el amor que les profesan sus cuidadores y la diversión de explorar todo un mundo maravilloso a su alcance.
Pues todo depende del trato que reciban. Ser padres no es una tarea fácil, el ser humano es imperfecto, la sociedad ya creada no es el mejor aprendizaje de valores para nuestros hijos. Pero siempre estamos a tiempo de mejorar, rectificar y lidiar con el resto del mundo porque para nuestros hijos somos su referente. Para ellos nosotros tenemos la última palabra.
Por suerte no estamos solos en esta contienda y cada vez existen más personas que quieren cambiar el rumbo de la historia para que el mundo sea un lugar mejor para nuestros hijos. A mi me sirve rodearme de "mi tribu". No, no es una secta. Simplemente son papás y mamás que defienden los mismos valores que los míos: Nuestros hijos siempre serán nuestra prioridad.
Sara Ribot.
Escritora, bloguera y mamá.
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