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martes, 26 de enero de 2016

4 prácticas que debemos interiorizar.

Más veces de las que me gustaría, me encuentro envuelta en situaciones hostiles de las que no sé si entrometerme u omitir. Por supuesto, me refiero a cuando veo como algunos papás o mamás tratan a sus propios hijos de manera irrespetuosa y desafiante.


1ª Práctica: Lo más común es el "no" en la boca todo el día, seguido de una amenaza al ver que el "no" no les surte efecto y finalizando por la cachetada y las consecuencias impuestas.

¿Tan difícil es entender que los niños llegan al mundo sin saber ni conocer? Poco a poco les hemos de ir guiando en lo que está aceptado y en lo que es peligroso porque atente contra su seguridad pero siempre desde una postura de igual a igual, no de superioridad, y ante todo usando un tono agradable y educado... Con respeto.

2ª Práctica: En caso de rabietas -todos pasaran por ellas porque es una etapa más que no se puede prevenir ni controlar, como la pubertad- debemos fomentar la paciencia porque ellos al experimentar la rabieta están en todo su derecho de tener su momento de desahogo, pero siempre acompañados. Recordemos en esos momentos caóticos la frase: "Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite." 


He llegado a ver mamás y papás sentados en el suelo de un supermercado para quedar a la altura de su hijo/a mientras tienen su rabieta y hablándoles con tono suave y preguntándoles diferentes sentimientos como ¿Estás triste? para ir descartando posibilidades nombrando lo que pudieran sentir y llegar a un entendimiento o completar un simple acompañamiento emocional realmente necesario y fructífero a la larga. Observar situaciones así son las que me llenan de esperanza en que un cambio de mentalidad a la hora de criar es posible y está en auge cada vez más.

3ª Práctica: Luego están los celos entre hermanos cuando llega un nuevo miembro a la familia y se pasa de ser hijo único a tener que compartir el tiempo, el espacio y el día a día con otra personita. Otra dosis de paciencia se necesita en este contexto. Partiendo de la base que durante todo el embarazado ya se le ha ido explicando al/la mayor como será el parto y lo mucho que el bebé necesitará de su mami los primeros días, etc... Siempre opino que dedicarles tiempo a ambos es importante pero también buscar algún momento diario para disfrutar de un tiempo de calidad a solas con el/la mayor para que su sensación de celosía vaya menguando.


4ª práctica: Otra situación que me encuentro mucho es el hecho de forzarles a compartir los juguetes con otros niños. Si me pongo en su lugar y pienso que por muy generosa que pueda ser una persona, siempre tiene derecho a decidir las cosas propias que quiere compartir y las que no por mil y una razones... ¿Por qué insistir en que compartan? Más bien creo que habría que enseñarles a respetar las cosas de los demás. Si comparten por propia voluntad perfecto y sino pues nos toca respetarlo de igual modo que si de entre adultos se tratara. De esta manera les daremos a entender que su decisión sí cuenta y sí importa. ¿Qué mejor sensación para ellos? Saber que les escuchamos y les respetamos.

El amor incondicional que sentimos por nuestros hijos es el que nos tiene que impulsar a ser los mejores mentores para ellos, a ser su persona de confianza, a ser su igual. No hay mayor satisfacción que saber que nuestros hijos se sienten amados, protegidos y respetados por nosotros, sus padres.

¿Añadiríais alguna práctica más? No dudeis exponerla en comentarios. ;)

Sara Ribot.
Escritora, bloguera y mamá.

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* Próximo encuentro el fin de semana 7 y 8 de mayo en el Festival de Parto y Crianza de Bassegoda Park con Eco-mamá.

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