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lunes, 21 de marzo de 2016

Podemos ser los mentores o los verdugos de sus destinos.

El otro día me preguntaban respecto a cómo poner límites sin premios ni castigos, por eso quisiera indagar sobre este tema tan importante para que nuestros hijos desarrollen un apego seguro y una sana autoestima.


Primero de todo quisiera recalcar que castigar es innecesario puesto que las consecuencias naturales son las que realmente valen siendo más que suficientes.

Castigar no deja de ser un abuso de poder que inhabilita la capacidad de nuestros hijos para cometer errores y aprender de ellos.

De este modo sólo conseguiríamos envenenar nuestro núcleo familiar afectivo haciendolo insostenible. En vez de conseguir que aprendan, en realidad sentirán ira y odio hacia nosotros al no sentirse merecedores de una explicación válida y de un reconocimiento real de la situación. No se sentirán comprendidos... Hechos que seguirán afectándoles en un futuro cuando sean adultos.


No se trata de hacer caso omiso a las malas decisiones de nuestros hijos, sino que lo afrontemos como una necesidad de averiguar qué necesitan o hace falta mejorar en nuestra relación con ellos. Nosotros como adultos podemos no ver una situación grave que para ellos es primordial y lo sienten así. Por eso debemos empatizar más, ponernos en su lugar y entender que lo que para nosotros no puede ser una prioridad, para ellos sí.

Respecto a los premios, está demostrado con estudios científicos de que son contraproducentes. ¿Por qué? Por que no realizarán la demanda que les pedimos porque lo deseen sino por imposición y por el premio que recibirán. Hay otras soluciones para que realicen las tareas: Plantearlo como un juego en familia, sustituyendo el premio por alabanzas y empatizando con su sentimiento de desagrado para que se sientan comprendidos. Conseguiremos así que se sientan realizados al saber que pueden conseguir las cosas por sí mismos sin esperar nada a cambio y por consiguiente, les estaríamos transmitiendo que confiamos en ellos. ¿Qué mejor manera para que tengan una sana autoestima?


Debemos interiorizar más en la relación que queremos y deseamos tener con nuestros hijos... ¿Una relación basada en la complicidad o en la autoridad? No sintamos miedo por si al actuar de este modo nos "manipulan" puesto que ellos no vienen al mundo con tales intenciones. No tienen pizca de maldad, a no ser que lo vea en nosotros y se lo transmitamos así. Son nuestro espejo, por eso es tan importante recapacitar antes de soltar una amenaza, un grito, una cachetada...

Podemos ser los mentores o los verdugos de sus destinos. Seamos consecuentes y practiquemos la empatía.

Reflexionemos también sobre la educación tradicional versus la educación libre, puesto que España es el país de Europa que peor educación ejerce y en la cual se sigue usando el castigo como aprendizaje. Es hora de mejorar, de querer un cambio significativo y de ser consciente de lo que realmente necesitan nuestros hijos. Los beneficios de la pedagogía blanca son reales por lo que insto a que nos actualicemos, nos informemos y seamos parte de ese cambio tan necesario formando parte de una crianza respetuosa y natural.

Sara Ribot.
Escritora, bloguera y mamá.

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