También puede seguirme en...

lunes, 19 de diciembre de 2016

Por qué jamás debemos obligar a comer


Las asociaciones sanitarias de referencia insisten en que los adultos deben respetar qué y cuánto comen los niños siempre que pongan a su alcance alimentos saludables. Mientras exista una oferta de alimentos saludables, hay que permitirles que elijan ellos mismos qué y cuánto comer, porque les ayudará a aprender a manejar su propio comportamiento alimentario.

Del mismo modo, presionar a los niños para que coman los alimentos que queramos para conseguir que les acaben gustando es totalmente contraproducente. Creo que resulta mucho más útil predicar con el ejemplo.

El hecho de obligar a comer a un niño me parece deshonesto y ofensivo porque con tal práctica sólo conseguiremos que sientan odio por la comida y que huyan del valioso momento de reunión familiar junto a la mesa, además de que castigar a un niño o una niña que no come, siento que es humillante.


El problema también está en lo que inculca la sociedad, por lo que no sólo depende de los padres, sino de los otros cuidadores e incluso de los colegios y las guarderías, que muchas veces les obligan a comer pensando que es lo que sus padres esperan. Como dice el pediatra y escritor Carlos González:

Jamás de los jamases hay que obligar a comer a un niño bajo ningún concepto, de ninguna manera y con ningún método.

En mi caso no concibo una mejor manera de enseñar a nuestros hijos a comer que dejándoles elegir su comida para que ese momento se convierta en un placer. Así lo hemos hecho con Ariadna y pudimos comprobar que es una gozada para todos.

Con este método se desarrollan los sentidos, la capacidad manual, fomentamos su autonomía y se fortalece el cráneo. Como ya he mencionado anteriormente, mejora la comunicación de la familia porque, desde nuestra posición de mamás y papás, confiamos en nuestros bebés y relajamos esa sensación de control. Además, cambiamos y mejoramos la dieta familiar diaria al acompañarla con nuestros hijos, adaptándonos a comidas sanas y nutritivas.


Pero sobre todo, debemos sentirnos seguros y confiados cuando el bebé manipule y coma la comida que le ofrecemos porque, si no, ellos notarán nuestra preocupación y, en ese caso, tampoco se sentirán seguros de sí mismos. Y siempre bajo la vigilancia de un adulto, por supuesto.

Espero haber transmitido suficientes razones para dejar de obsesionarnos tanto por las cantidades de comida que ingieren nuestros hijos. Confiemos más en el proceso natural y en su autorregulación personal.

Sara Ribot.
Asesora de Blw.
Escritora, blogger, youtuber, comunicadora.
Autora de Otro Mundo Es Posible y La Maternidad Al Descubierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario