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lunes, 27 de junio de 2016

Por mi familia y las futuras generaciones.

Los sentimientos que nos invaden hoy a muchos catalanes y españoles son de desolación, traición, confusión, decepción, impotencia e incluso ira. Me atrevo a decir que muchas familias desean emigrar a otro país y dejar atrás esta pantomima que se ha estado llenando los bolsillos a costa de nuestro sudor diario. Dinero que nos pertenecía al pueblo para dar de comer a nuestras respectivas familias. Un dinero que nos ganamos para luego devolverlo cuando debería ser nuestro, para disfrutarlo, para vivir, para seguir adelante. Toda familia se merece un techo, un porvenir, un presente digno y un futuro tranquilo.


Finlandeses, noruegos, suecos... os envidiamos. Votamos deseando lograr un cambio que a corto o largo plazo hubiera finalizado con leyes y condiciones iguales o al menos similares a las vuestras. Eso deseaba yo cuando la desesperación proveniente de la esperanza que aun conservaba por conseguir un futuro digno para mi hija era mi única prioridad. Ahora pienso en sobrevivir, subsistir como pueda, y eso no es vida. Siempre hay casos peores que los nuestros, lo sé, pero cuando te conviertes en mamá/papá lo primero son nuestros hijos, nuestro instinto nos incita a protegerlos y en un país donde se nos esclaviza y se nos insulta a la cara, poco podemos hacer por ellos, excepto seguir luchando sin rendición o intentar buscarnos la vida en otro país. Ambas opciones complicadas y que requieren mucha fuerza de voluntad pero quiero seguir pensando que nada es imposible.

Desde ayer en las redes sociales se habla de conspiraciones, amañamientos, incongruencia y un sin fin de teorías más para explicar lo inexplicable. Todos estamos absortos por los resultados de las re-elecciones electorales puesto que el Partido Popular tiene 54 casos de corrupción con 500 imputados en ellos. Se desveló el "lado oscuro" de la política y aun así ha salido elegido siendo el más votado. En momentos así desearía que existiera una realidad alternativa en la que las preocupaciones fueran cotidianas y propias, no externas. Llegar a fin de mes no debería ser nuestra lucha diaria. Ahora ni siquiera podemos conseguir una vivienda propia para nuestra familia y si la conseguimos, pagamos más intereses y papeleos que la vivienda en sí.


Dicho esto y después del desahogo previo que necesitaba plasmar, diré que esta actuación de manipulación de votos, de mentes y de promesas incumplidas, no hará que me rinda. Por mi hija y por mi familia lucharé hasta mi último día de vida porque no quiero dejar esta farsa de leyes y esta farsa de país a las siguientes generaciones. No me iré sin haberlo intentado. Y si todos pensamos así y salimos a las calles a reclamar nuestros derechos pacíficamente llegará el día que no puedan ignorarnos.

NO NOS RINDAMOS. POR NOSOTROS. POR NUESTRA FAMILIA. POR UNA CONCILIACIÓN REAL Y UNA VIDA DIGNA.
#ConciliarEsVivir #ConciliAcción #MadresGuerreras

Sara Ribot.
Mujer / Mamá emprendedora.
Escritora, bloguera y comunicadora.

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