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jueves, 24 de marzo de 2016

Valores que se están perdiendo por el camino.

Me conmueve verdaderamente la falta de humanidad que existe y sigue prevaleciendo cuando ocurren catástrofes, injusticias o en este caso... ataques terroristas. He llegado a ver comentarios de todo tipo e incluso barbaries respecto a la importancia del asunto como el hecho de haber cancelado un programa por emitir la noticia de Bruselas.


¿Hasta qué punto estamos arraigados en una corriente cada vez más desnaturalizada de nuestra sociedad? ¿Cuántas personas podrían ayudar de algún modo o empatizar con lo sucedido transmitiendo esos valores a su círculo de amistades y familiares? Y es que todos estos actos influyen en nuestros hijos, sobrinos, nietos... Ya es duro para nuestros peques enterarse de que ocurren estos actos violentos e incongruentes, si encima sumamos a ello nuestro desinterés y falta de complicidad por las víctimas, entonces sí que les estamos transmitiendo esa superficialidad a la hora de preocuparse por los desastres que cometen las propias personas entre ellas o si ese día no podrán ver un programa que encima es denigrante.

La frialdad de esas personas me deja perpleja y triste. ¿Cómo pueden estar tan cegados por su codicia? Cada día ocurren desgracias y entiendo que lleguemos a un punto que preferimos no saber por no seguir sufriendo. La ignorancia hace la felicidad, dicen. Pero hablamos sobre enterarte de lo sucedido y dar a conocer tu descontento públicamente sobre la cancelación de la emisión de ese superficial y denigrante programa para informar a la población de un ataque terrorista con muchas víctimas inocentes.


No, yo tampoco querría verlo y ser partícipe de esa ausencia total de empatía que nos encamina al abismo del vacío existencial. Sean cuales sean nuestras creencias, deberíamos fomentar el sentir, explicar y vivir el amor. Así como enseñarles a nuestros hijos y al resto de personas de nuestro alrededor la importancia del contacto con la naturaleza para conocer el mundo que nos rodea y respetarlo como se merece. Nadie tiene derecho a arrebatar una vida porque la vida es un privilegio y un regalo muy valioso que todos tenemos. Son valores que se están perdiendo por el camino.

Dar el valor merecido a las cosas es primordial para una buena crianza y posterior madurez.

La sociedad cada vez soporta menos a los niños y nos utilizan para convertirlos en robots obedientes. De este modo les arrebatamos su infancia cuando todos hemos sido bebés y niños... Pues no siempre fuimos adultos frívolos.


Quisiera finalizar dando todo mi apoyo a Bruselas y deseando que llegue el día que no tengamos que presenciar estos atentados.

Sara Ribot.

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